jueves, 27 de noviembre de 2008

Otros lamentos a la muerte de un payaso


Otra persona que se manifestó ante la muerte de Rafael Robles Olivos fue el periodista Michel Dancourt, quien si bien se especializa en temas deportivos no es para nada ajeno a la sensibilidad poética y lo duro que será para el mundo circense la pérdida de esta joven promesa del trapecio.

Y esto fue lo que dijo:

Que no muera el payaso

Tiene 25 años pero cara de más chibolo, según admite con inocultable orgullo. Desde que Rafael Robles escribió “Quisiera ser como Bob Esponja y vivir en el fondo de algo. Ser un estúpido que no recuerda nada y reírme de todo sin que nadie me moleste. Quisiera ser más como tú y no tan Calamardo” en su primer poemario, “Buena suerte, Peter Parker!”(2005), su vena artística maduró. Ahora este estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Martín de Porres, premio ETECOM en crónicas 2008 con su particular perfil al pintor Fernando de Szyszlo, acaba de publicar “Aquí el murió el payaso”, Ed. Estruendomudo. Este libro, breve pero sólido, confirma que su poesía evolucionó. El problema de la existencia, los desencuentros con la familia, el amor y el desamor, las nostalgias, la soledad, el sabor agrio de las frustraciones personales, son los temas que salpican las páginas de su segundo poemario planteados con fina ironía, con no poco humor. Algunos se desarrollan con poemas en prosa, otros con poemas en verso. “Para mí la poesía es una obligación de decir, una dulce condena, como dice Calamaro. Este libro, que ha recibido buenos comentarios hasta ahora, me deja, claro, más satisfecho. Pero tampoco me la creo. Hay mucho de poses entre los poetas y no son seres iluminados ni superiores. Creo que ser escritor es tan importante como ser gasfitero”, sostiene parafraseando a Tomás Eloy Martínez. No sabe identificar un libro de cabecera, no se decide por cuáles páginas llevaría cuando le repetimos esa pregunta boba y recurrente sobre qué quisiera tener para leer si estuviera perdido y solo en una isla. Pero habla, sí, con cariño del poeta francés Jacques Prevert, se ha quedado enganchado con el "Bombardero” de César Gutiérrez y no se cansa de recomendar el libro de crónicas “Día de visita” de Marco Avilés o “La vida privada de los árboles”, una novela del chileno Alejandro Zambra.


Robles cuenta que escribió estos poemas escuchando música y que buscó, casi de manera obsesiva, que reflejaran también cierta musicalidad para quien los leyera. “Desde que estás conmigo, la muerte circula entre mis pasadizos interiores con una motosierra prendida”, dice en uno. “Intentar algo contigo es ridículo como decir esternocleidomastoideo a la hora de la eucaristía o saltar de un quinto piso gritando tu nombre sin más red que una piscina llena de turistas”, escribe en otro. Como el título, que recoge una expresión coloquial, Robles asegura que no habrá más poesía en su camino literario, que una novela breve o un libro de crónicas urbanas serán el siguiente paso. Pero no debería matar aún al payaso, porque su escritura irreverente puede deparar grandes logros poéticos.Des-pa-ci-to como las hormigas se devoran una araña muerta, Robles llega al corazón pero también a la mente. Muy recomendable.

Fuente: Periódico Redacción.

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