jueves, 20 de noviembre de 2008

El velorio (y entierro) del payaso

El sábado 15 de noviembre se enterró al payaso en el Cementerio Ksa Tomada. Los sepultureros fueron César Gutierrez (novelista, autor de "Bombardero"), el crítico literario Javier Ágreda (responsable de la columna "Jaque Perpétuo" del diario La República), Álvaro Lasso (director de la editorial Estruendomudo), y Rafael Robles Olivos (cadáver bien conservado).

Estas son algunas imágenes de esa noche no excenta de lágrimas, flores y visitas hipócritas. Como en todo buen velorio.

El payaso, sabio él, entiende que la mejor manera de romper el hielo en un velorio es contar un chiste...



un chiste que nadie más que él entiende



Javier Ágreda descubre en el testamento del payaso directas influencias (casi plagios) de Vallejo y Eguren.


César Gutierrez se compadece del difunto y confiesa que lo que ha escrito le parece algo valiente y que la poesía que puede encontrarse en "Aquí murió el payaso" es una poesía auténtica.


(porque César Gutierrez hace juego con su entorno)

Las palabras de aliento continúan. Ambos sepultureros están siendo amables con el texto de un clown muerto.



Por ende, el cadáver de payaso comienza a sospechar que tanto Gutierrez como Ágreda han leído otro libro.



De modo que se ve obligado a aclarar que su libro se llama "Aquí murió el payaso" y no "Las falsas actitudes del agua", dejando en claro que se llama Rafael Robles y no Andrea Cabel.
La decepción en el respetable es evidente.



Robles Olivos, el payaso muerto, se anima a contar un chistecito más a manera de disculpas. Esta vez su sentido del humor sí es valorado (o fue, quizás, una complacencia, un último favor al hombre muerto).


El cadáver, antes de penetrar en su oscuro sepulcro, agradece a todos los que salen en la última página de su libro, repitiendo lo que ya escribió, en una evidente manifestación de improvisación circense.


El dueño del cementerio agradece a todos por su visita, con más palabras de cariño al joven payaso muerto en extrañas circunstancias.


Termina el velorio y la fotógrafa arroja la cámara al piso en un claro intento por llegar primero que todos a la mesa de los bocaditos, obligatorios en toda ceremonia religiosa.
Lo que ella desconoce, sin embargo, es que no alcanzó para comprar nada más que una tumba de papel. Ahí donde murió el payaso mientras la escribía.


Fotos: Ángela Vera Temoche.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja qué risa...me has hecho reír ahh

barrunto dijo...

felicitaciones rafael
por tu nuevo libro
js.-

Anónimo dijo...

una pregunta al señor payaso bien conservado, ¿qué tiene que ver andrea cabel con todo este show de muertos vivientes?

Anónimo dijo...

Hola! =) Las falsas actitudes del agua fueron inspiradas en este libro, o al revés? me auno al otro anónimo, aunque yo me llamo Clara =) son igual de buenos ambos libros?..mmmmmm ...

chimpancé dijo...

lo menciono porque me parece un poemario políticamente correcto y con buenas críticas. de la misma forma que muchos otros. no creo que tengan nada en común, más que las letras y el idioma.